Siempre
me ha gustado correr, con la mente y con el cuerpo. Correr me da la sensación
de vuelo, y volar se explica solo.
He decidido muchas veces por lo complejo, por eso que me asusta. Me han preguntado “¿pero qué necesidad tienes?”, y es quizás la necesidad personal de seguir corriendo, porque al correr, vuelo y volar me da la sensación de autocontrol, y el autocontrol lo explica todo.
Este 2012 también corrí y lo disfrute de otra manera, porque sentí y viví como nunca el camino. Sentí la emoción de descubrir cosas nuevas y de encontrarme con mis propios pasos. Por momentos me dominó la euforia, noté atenta mi respiración y mis latidos, sentí frío y casi me tumba el viento, sentí lo tupido y cuestarriba, me entumí, me dolió, me dominó la ira, me desentumí. Sentí mi cansancio como nunca antes y escuché mi propia voz renegando; no contra el camino, sino contra haberlo desconocido al grado de haber esperado que correr fuera siempre volar y autocontrol.
Hoy creo que el camino es el destino y no el correr sin sentirlo. Voy con calma y sin preguntarme la hora.
He decidido muchas veces por lo complejo, por eso que me asusta. Me han preguntado “¿pero qué necesidad tienes?”, y es quizás la necesidad personal de seguir corriendo, porque al correr, vuelo y volar me da la sensación de autocontrol, y el autocontrol lo explica todo.
Este 2012 también corrí y lo disfrute de otra manera, porque sentí y viví como nunca el camino. Sentí la emoción de descubrir cosas nuevas y de encontrarme con mis propios pasos. Por momentos me dominó la euforia, noté atenta mi respiración y mis latidos, sentí frío y casi me tumba el viento, sentí lo tupido y cuestarriba, me entumí, me dolió, me dominó la ira, me desentumí. Sentí mi cansancio como nunca antes y escuché mi propia voz renegando; no contra el camino, sino contra haberlo desconocido al grado de haber esperado que correr fuera siempre volar y autocontrol.
Hoy creo que el camino es el destino y no el correr sin sentirlo. Voy con calma y sin preguntarme la hora.